Sin embargo, Kian pensó de nuevo.
Con lo obsesivo que estaba Álvaro ahora, aunque Gabriela se divorciara y huyera a la otra punta del mundo, si Álvaro quería recuperarla, la encontraría y la obligaría a casarse de nuevo.
—Gabriela, no pasa nada. El matrimonio es cosa de dos personas; no importa que él diga que no se divorcia, lo podremos arreglar. Todo esto comenzó por mi culpa, así que me haré responsable. ¡Vente conmigo! Contrataré al mejor abogado de divorcios, y te prometo que conseguiremos el divorcio.
—¡Hans Corrales! —Leandro lo interrumpió severamente.
Tal como Álvaro conocía a Leandro, Leandro también conocía los métodos y la crueldad de Álvaro.
La familia Corrales era irrelevante a los ojos de Álvaro, como una hormiga. Hans, en particular, era una hormiga dentro de las hormigas.
Si Él se enfrentaba a Álvaro, terminaría mal y podría arrastrar a toda su familia, dándole a Álvaro una excusa para arremeter contra los Corrales.
—Primo, no voy a permitir que Gabriela siga siendo ma