Mundo ficciónIniciar sesiónNinetta ajusta la capa de mi vestido, cubriendo con disimulo la mancha de sangre que empieza a expandirse. Su mirada, cargada de reproche y preocupación, no se despega de mí mientras seguimos avanzando hacia una salida discreta. Ya no tengo fuerzas para discutir; cada paso que doy parece robarme el aliento, y mis manos tiemblan.
—Deberás enseñarme, Ninetta; soy nueva en esto —susurro, sintiéndome agotada. —Lo haré con mucho gusto, señora —mira de nuevo mi vestido—. ¿Mando a llamar al doctor? La sangre está llegando al dobladillo. —No hace falta, no olvide que yo soy doctora —digo, tratando de aguantar lo más que puedo—. Aguantaré; mantente alerta por si te necesito. Al llegar a la sala, el señor Minetti me mira preocupado. Yo le sonrío y voy a su encuentro, asegurándole que todo está b






