Mundo ficciónIniciar sesiónSin mirar atrás, Alessandro me toma de la mano y me guía hacia la salida, pero cuando estoy a punto de seguirlo, hago algo que ni siquiera yo puedo explicar. Miro a Damián unos segundos antes de susurrar:
—No confío en la gente que dice no querer ofender mientras lo hace. ¿Quién es él? —Alguien a quien le hice mucho daño sin saberlo —dice Minetti con una expresión de tristeza en su rostro—. No es mala persona. —Lo es. No te dejes engañar por tus sentimientos de culpa. Ese tipejo es una sabandija de las peores. Los reconozco cuando los tengo delante —le digo, y él se queda mirándome fijo. —Puede que tengas razón —murmura, sin mucha convicción—. Dejemos de hablar de él. Mira, ya casi llegamos. ¿Qué es eso que quieres hacer? Sin contestar, me quito todo lo






