136. TOMANDO COMO AMIGOS

LILIAN:

Escucho cómo suena una voz de alarma en mi cabeza, pero la ignoro y le sigo sonriendo. Entreabro la boca sin poder emitir sonido alguno. Me mira fijamente, esperando mi reacción.  

—No lo estaba, solo un poco mareada. Y fue porque tenía el estómago vacío —me defiendo.  

—Sí lo estabas, pero no me molestó —refuta con tranquilidad.  

—Son enormes esos barriles —exclamo cuando nos detenemos ante varios inmensos de madera.  

Alessandro me suelta, toma unos pequeños vasos, da la vuelta hasta una pequeña llave que tiene el barril y lo llena, extendiéndomelo. Lo tomo y lo huelo despacio.  

—Huele muy bien —reconozco.  

—Toma solo un sorbo y deja que tus papilas gustativas se impregnen del sabor, luego bebe un trago —me indica, y lo hago.  

Alessandro ladea un poco la cabeza, eva
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