Capítulo — Entre dos sangres
Samuel volvió a leer la carta una y otra vez, como si las letras pudieran transformarse si las miraba lo suficiente. Pero no cambiaban. La letra de su madre, firme y curvada, era inconfundible.
**“Hijo, mi querido Samuel: si alguna vez leés esto es porque ya no estoy para decírtelo, porque no tuve tiempo. Quiero que sepas la verdad. No pude decírtelo antes, por vergüenza: tu verdadero padre nunca supo de tu existencia… o quizás no quiso buscarte.
Yo trabajaba en la mansión Castro, y tu padre es Manuel, el hombre que amé toda mi vida. Cuando él viajó fuera del país por un tiempo, tu abuelo paterno me corrió. Supo que yo estaba embarazada y no me permitió decirle. Quizás Manuel lo supo y no le importó.
Rogelio fue el chofer de la familia. El único que me ayudó, que conoció mi historia, me dio estabilidad y me acompañó. Pero yo nunca pude amarlo; él quería una relación que yo no podía darle. Me cerré a volver a amar. Se hizo pasar por tu padre para darte un a