Olivia
Nos encontrábamos los dos dentro de la espaciosa tina, yo recostada en su pecho, mientras él masajeaba mis hombros con el jabón con aroma a lavanda. Me sentía más que relajada, estar en sus brazos era como estar en un refugio cálido y reconfortante, me sentía segura en ellos.
—Tengo miedo, Enzo —corté el silencio que había entre los dos.
—¿Miedo a qué, muñeca? —sus labios fueron a mi oreja y dejé un beso suave ahí.
—A cargar con esta responsabilidad en mi familia —respondí con voz ahogada.
—No tienes ninguna responsabilidad, muñeca —me respondió y me ayudó a voltearme hasta quedar sentada en su regazo y dándole completo acceso a mis pechos.
Aunque él nunca abandonó mis ojos, me tomó el rostro con ambas manos y me mantuvo firme.
—No tienes más responsabilidades con ellos, solo quiero que t