Narrador Omnisciente
Dos semanas después de la caída de Dimitri, la ahora mansión Ivanov brillaba con luces deslumbrantes y música estruendosa.
La élite del bajo mundo se había reunido para celebrar la coronación del nuevo jefe de la mafia rusa: Armando Ivanov, quién por decisión propia y designio de la mafia, renunció al apellido paterno, como él y sus hermanos.
Ya no había nada que rescatar de ese apellido, y las empresas Manchester fueron adquiridas por la gran Dama de la Mafia Italiana, Olivia Cavalli.
El salón principal estaba decorado con un lujo exorbitante. Candelabros de cristal colgaban del techo, arrojando destellos sobre los invitados vestidos con trajes de diseñador y joyas que costaban fortunas.
En el centro, una fuente de champán dorado burbujeaba sin cesar.
Enzo, vestido con un traje hecho a medida que costaba más que un auto de lujo, se acercó a Armando, que estaba rodeado de aduladores.
—¡Enzo, mi hermano! —exclamó Armando, abrazándolo efusivamente. —¿No es increíble