Capítulo 74. La suite de doscientos dólares

Por más que Verónica corrió, no pudo alcanzarlo hasta que Mauricio ya estaba muy cerca de la casa del maleante con el apodo El Ruso, porque era rubio, alto y con el cuello grueso. Mauricio aunque era tan alto como él era más delgado.

—Mauricio, espera, por favor. ¿Dónde está tu papá?

—Fue a buscarlos a la cancha donde se la pasan.

— ¿Por qué no vamos con ellos?

—Ve tú con él, o mejor devuelvete a la casa.

—Por favor Mauricio, solo te buscarás problemas con ese hombre.

El Ruso se irguió en toda su altura y arrojó una cerveza al suelo al verlos llegar, mantuvo la botella en la mano.

— ¿Qué se te perdió aquí, muñequito de torta? —Se echó a reír en clara burla—. Y con tu mujercita para que evite la pelea.

—Cuando quieras nos caemos, no tengo problema con eso, pero vengo por tu hermano, ¿dónde está?

—Si tienes problema con mi hermano tienes problema conmigo.

El Ruso partió una botella, se le lanzó encima a Mauricio. Él se movió para evitar la puñalada, Verónic
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