Capítulo 59. El deseo no basta
Verónica cerró la puerta del baño con cuidado, como si temiera que el ruido la delatara.
La luz era tenue, pero suficiente para ver su reflejo: el vestido estaba arrugado, su cabello revuelto, los labios aún hinchados por los besos y su piel sobrecalentada.
Se acercó al espejo, y se enfrentó a sí misma.
Apoyó las manos en el lavamanos y miró su reflejo.
—Querías esto —susurró—. No como reproche, no valía la pena hacerlo, pero sí como recordatorio. Ahora no era una niña y aunque creyó que Mauricio no estaba en su vida, la realidad era que estaba más de lo que aceptaba.
Lo deseó. Lo buscó. Lo permitió.
Pero ahora eso no bastaba. Porque era una adulta responsable.
¿Podía confiar en Mauricio?
¿En ese hombre que la conocía mejor que nadie y aún así la había herido?
¿Y Andrés? ¿Qué pasaría con su relación? Le parecía que la marca de Mauricio se veía en su piel.
¿Qué querría Mauricio?
Verónica cerró los ojos.
— ¿Y Catalina? —Por primera vez desde que decid