Llegamos a su apartamento, y ella abrió la puerta. Yo entré inmediatamente, ella me quedó mirando y después sonrió.
— Soy mujer de palabra, no te iba a dejar en la calle — me dijo.
Yo me encogí de hombros; todo podía pasar con ella, así que era mejor estar prevenido.
— Quédate aquí, me pondré cómoda — me dijo.
Yo asentí con la cabeza. Ella desapareció en su habitación, y yo me quedé mirando y husmeando el lugar. En un estante había una foto, me acerqué y la observé. Era una Kat mucho más joven, parecía estar en el campus de alguna universidad y se veía hermosa. Con ella estaba otra chica, una castaña con enormes lentes, se veía como la típica a nerd.
— ¿Qué haces? — preguntó ella espantándome.
Yo me di la vuelta y la quedé viendo; ella estaba vestida con una pijama que le quedaba enorme.
— Son como las tres de la tarde — le recordé.
Ella se encogió de hombros y fue a la cocina.
— Me gusta estar cómoda mientras me embriago y veo películas románticas — me dijo.
Ella sacó una bo