Ojos azules.
Edward suspiró por enésima vez esa noche, las palabras de Anya aún seguían en su mente, aunque el ambiente que los rodeaba se había vuelto tenso, nadie dijo nada. Ni siquiera Anya que deseaba gritarle con todas sus fuerzas mientras lo observaba comer, a gusto y sereno, como si ella no importara.
Aunque para Edward eso estaba lejos de la realidad, Anya no lo sabía.
—Anya. —Dijo Edward con voz firme, apoyando suavemente su mano en la mesa—. Hay algo que necesito saber y quiero que seas honesta conmigo.
Anya alzó la mirada, sus ojos azules estaban rojos y repleto de ojeras, reflejando todo el cansancio que sentía.
—¿Honesta con qué? —Preguntó ella, dejando entrever un dejo de rabia contenida—. ¿Crees que en serio podría ser honesta contigo?
El CEO se inclinó un poco hacia ella, buscando reducir la distancia que parecía haberse interpuesto entre ambos durante aquel largo silencio.
—Por supuesto que puedes; soy tu esposo. —Dijo con voz suave, dejando que su respuesta flotara en el