La amante del CEO.
—Hablaré sin rodeos, Edward. —Comenzó a decir la rubia sin titubear—. Ahora que estás casado, deberías dejar a Stella en paz.
El CEO no respondió, simplemente esbozó una sonrisa ligera.
—¿Stella? Siempre es “Mi hija esto, mi hija lo otro” ¿Qué ocurrió señora Castelli?. —Comentó Edward en un tono insinuante. Isabel apretó el sobre en sus manos. Era obvio, él lo sabía—. Debería tener cuidado ¿Qué haría Stella si perdiera a su querida madre?
Isabel mantuvo la postura firme, pese a su temor.
—¿De verdad crees que Stella aceptará ser tu amante, ahora que encontraste a tu esposa y a tus hijos? —Contraatacó ella con una sonrisa triunfante en su rostro.
Edward frunció levemente el ceño, sin dejar notar su desconcierto, ella lo sabía.
Eligió ignorarla y avanzó con seguridad por el pasillo, directo a la habitación de Stella.
Tenía que hacer que Stella aceptara ser su amante, no había otra opción, no podía abandonar a su esposa después de lo que le había hecho, y que aún así eligiera ten