Luego mencionó que ella y Luis se habían vuelto a casar.
La noticia fue como un rayo en un día despejado, impactando profundamente a Clara. Le tomó un rato asimilar la información y, una vez recuperada, dijo:
—Señora, ¡ha cometido un error! Vivir juntos no tiene tanta importancia, cuando el señor se canse, se va y ya, pero con un certificado de matrimonio en papel, ¿cómo va a librarse de él después?
Clara estaba verdaderamente triste.
Incluso se le escaparon unas lágrimas.
Dulcinea sonrió amargamente:
—Clara, ¿tú también crees que casarme con él es como saltar al fuego, verdad? Pero, ¿por qué hay tantas mujeres afuera que quieren saltar a ese fuego?
Clara respondió rápidamente:
—¡Porque ellas no aman al señor! Solo buscan su dinero o disfrutan de su cuerpo. Pero usted, señora, usted…
Clara se atragantó, casi sin poder hablar.
Pero aun así, logró continuar:
—Usted, señora, fue tratada bien en algún momento, pero al final, todo fue una ilusión, ¿cómo no sentirse triste?
Una ilusión…
El r