Capítulo 624
La última vez, en la cárcel, no pudieron hablar con libertad, lo que les dejó un pesar.

Ahora, nadie interrumpía su reunión.

Desde niños, siempre habían dependido el uno del otro.

Dulcinea apoyó su rostro en el pecho de su hermano, su voz llena de sollozos:

—Hermano, ¿por qué no me lo dijiste antes? ¡¿Por qué no me lo dijiste?!

Si se lo hubiera dicho, tal vez no habría tanto arrepentimiento en su corazón.

Él amaba tanto a Ana…

Pensaba que ahora debía estar muy dolorido… la euforia de la venganza no podía compensar una vida entera de soledad.

No le importaba la venganza familiar, no le importaba cómo había muerto su padre, que de todos modos era una mala persona.

Solo quería que su hermano fuera feliz.

Solo quería que su hermano estuviera siempre con ella.

Lloraba desconsolada en los brazos de Alberto…

Alberto le acariciaba suavemente el cabello, su tono era un poco áspero:

—Dulci, en este mundo no hay forma de retroceder. Si la hubiera, estaría dispuesto a dar toda mi fortuna y mi vida
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