El lujoso restaurante, el jarrón francés azul, candelabros de plata…
Mirando el periódico por largo tiempo, su celular vibra de repente con un WhatsApp de un desconocido:
[¡Hola, compañera Romero! Me llamo Leandro Carrasco y me gustaría conocerte, ¿puedo?]
Ella leyó esa línea una y otra vez.
De repente, quiso saber qué se sentía ser verdaderamente amada y, como impulsada por una fuerza desconocida, presionó [Aceptar].
…
Tres días más tarde, la empleada de la mansión le comunicó a Luis que la señora Fernández había comenzado a regresar a casa en autobús después de sus clases. Con un tono que sugería algo más, dijo:
—Parece que la señora está de excelente humor últimamente.
Luis, con indiferencia, contestó:
—¡Entendido!
Después de colgar, se inclinó hacia el intercomunicador y presionó el botón:
—Catalina, ven por favor.
No pasó mucho antes de que Catalina, siempre atractiva, apareciera en la puerta.
—¿Me necesitaba, señora Fernández?
Luis, recostado en su silla y pasando la mano por