Capítulo 440
Ana estaba dispuesta a perdonar, pero él no podía perdonarse a sí mismo.

En la oscuridad de la noche, Mario descendió al primer piso.

Luzmila aún estaba allí.

Ella había cometido un grave error y, sintiéndose culpable, empezó a quejarse en cuanto vio a Mario descender:

—Señor Lewis, la señora Fernández se ha excedido. Ella no debería encargarse de los asuntos de la villa.

—¿Y quién debería, entonces?

La voz de Mario era gélida mientras miraba a la atractiva doctora frente a él. Aunque había decidido alejarse de Ana, nunca había coqueteado con esta enfermera ni le había insinuado nada.

Luzmila se quedó paralizada.

Mario le anunció de forma directa que usaría sus contactos para revocar su licencia médica, lo que significaba que ella ya no podría ejercer como doctora.

—Además…

Continuó Mario con frialdad:

—Dejarás Ciudad B en dos días. No albergues esperanzas, mandaré a alguien a empacar tus maletas y te enviaré a una ciudad en el noroeste… Serás vigilada constantemente.

—Cuando comas
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