Capítulo 54

Un mes después...

Me retuerzo sobre la cama como respuesta al placer que me provocan las caricias de mi esposo.

—Ah... —Gael me besa la piel con hambre y esa habilidad propia de él, lo que me hace perder la cordura. Es exquisita esta sensibilidad, este gusto, esta conexión…

Desde que el arcillo se incrustó en mi oreja, Gael y yo estamos más unidos y nuestro vínculo es más fuerte; pero también el placer es más intenso y nuestras ganas de comernos se ha convertido en una necesidad diaria.

Jadeo cuando sus embestidas dejan de ser delicadas, tornándose en rudas y salvajes. Me encanta su fiereza, la manera en la que me hala del cabello, me lame y me muerde el cuello y los pechos mientras me toma.

Sí, Gael, sigue así, cariño…

Con besos, lamidas y esas deliciosas estocadas, que me hacen ver las estrellas, ambos llegamos al clímax.

—Eso fue genial... —balbuceo satisfecha.

—Si quieres lo repetimos —dice él con una sonrisa pícara.

—Eres un enfermo. —Estallo en carcajadas y me aferro a su cuerpo
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