El almuerzo no salió tan mal como pensé. En realidad, fue refrigerio a mi ánimo caído y hasta me siento un poco mejor. El alfa Leoncio es un hombre divertido y agradable, es fácil mantener una conversación con él y he de admitir que me siento a gusto con su compañía.
—Entonces estás soltera. —Dejo de caminar al escuchar su comentario. Este tipo no pierde tiempo; creí que se limitaría a las indirectas y al tono seductor, pero no.
—Sí... —balbuceo. Otra vez el recuerdo de Gael apuñala mi corazón y las ganas de llorar regresan. ¿Cuándo lo superaré?
—¿Estás bien? —inquiere el alfa con preocupación. Por mi parte, esbozo un suspiro y finjo una sonrisa.
—Sí, lo estoy. —Adelanto el paso.
Papá me dijo que le mostrara el territorio que rodea la casa y eso estoy haciendo. Me intriga la insistencia del alfa para que Leoncio y yo estemos solo, aunque sospecho la razón. Papá ha de estar desesperado para que me olvide de Gael.
—Me gustaría que fuéramos amigos, Gia. Eres una mujer agradable con quien