"Volveré por ti".
"Gael..."
"Gia, te amo".
El resplandor que se cuela por la ventana abierta me hace refunfuñar y de mala gana me incorporo. Me froto los ojos y esbozo un bostezo, pasan algunos segundos para que me espante. ¿Por qué mi ventana está abierta?
Miro a mi alrededor y noto que estoy desnuda, entonces fragmentos de la noche anterior me confunden. No sé si esos episodios forman parte de todas las pesadillas que tuve o si fueron reales, pero una sensación extraña en mi pecho me pone alerta.
«Necesito hablar con Gael».
Me doy una ducha rápida y me pongo lo primero que encuentro, ni me molesto en buscar unos zapatos, meto mis pies en mis chanclas y salgo a toda prisa de la habitación.
—¿A dónde vas? —interroga papá cuando salgo al pasillo. No le respondo y continúo mi camino. Por supuesto papá me sigue y hace preguntas obvias, mas yo lo ignoro—. Él no está.
—¡Gael, abre! —grito mientras golpeo la puerta, puesto que ya he tocado varias veces y este no se ha dignado en abrirme.
—G