El extraño de apariencia elegante y sonrisa coqueta me mira de arriba abajo sin ningún disimulo y se lame los labios.
—Fascinante bienvenida, el alfa Mateus sí sabe cómo recibir a sus invitados —dice el desconocido con flirteo. ¿Por qué ha usado ese tono coqueto? ¿A qué bienvenida se refiere?
—Entonces usted debe ser el alfa Leoncio... —saboreo su nombre y pienso en las palabras de Celi. Tiene razón, el alfa tiene lo suyo; no obstante, Gael le lleva millas al rubito. O debe ser que yo solo tengo ojos para mi hermoso mate.
—Es un placer, bella... —arrastra el adjetivo como si esperara a que yo termine la frase con mi nombre.
—Gia.
—Entonces eres la hija del alfa. —Sonríe de lado. A este tipo se le ve que es un mujeriego y que está acostumbrado a llamar la atención de las féminas, puesto que no deja de flirtear ni un segundo.
—Esa misma y él es Gael mi..., es decir, nuestro futuro alfa. —Por poco digo mi mate.
—Ya lo conozco. Pero le va a dejar el brazo morado... —El alfa Leoncio mira