Las lobas del templo de Karluz iban apenas unos metros detrás de ellos. Alegaron algo sobre un ritual de purificación. Ambas eran fuertes, lobas con algo de conocimiento en batalla, que seguramente fueron secuestradas por ese sádico para parir lobos guerreros. Aunque aseguraban haber sido llevadas desde una edad temprana para fungir como sacerdotisas —prostitutas— de Karluz.
Leila seguía admirada de cómo llevaban a sus cachorros y los cuidaban con una habilidad nata. Como las lobas en la antigüedad, que parían hijos sin fijarse en el mañana.
Le recordaban a su madre, que tuvo cachorros a los dos meses de haber concebido a sus hermanos grandes.
Las lobas se habían reunido con Leah luego de que Cassian les contara acerca de sus achaques. Ellas contaban con mucho conocimiento en el tema.
Así que examinaron a ambas hembras. De Leila dijeron que su humor era influenciado por sus alteradas hormonas.
—¿Qué se puede hacer para mejorar eso? —había preguntado Arnold, dispuesto a todo para aliv