104 Ezra, el lobo sanador.
El estómago de Ezra se encogió. Hablaba con un lobo guerrero. Él, en su posición de sanador, se sentía como un roedor frente a una bestia.
¿Qué opción le quedaba?
El alfa Lucian era conocido por ser cruel y sanguinario.
Cuando su compañera logró escapar, juró torturar por cuarenta días a quien le hubiera ayudado.
Ese día todas sus entrañas se estremecieron. Se obligó a aparentar tranquilidad. Sonaba tan lejano eso de ser descubierto. Sin embargo, el alfa ahora acudió al Rey licántropo, a los que veían el futuro, el pasado y el presente.
Su vida, sus prioridades, todo había cambiado tanto desde aquel día. Se unió a Liani, hicieron crecer su familia. Si eran descubiertos, su pérdida sería abismal. Se aferraba al hecho de ser un lobo sanador. Rogaba porque eso fuera suficiente para hallar misericordia ante el alfa Lucian. Pero su compañera, Liani, no contaba con ningún don sobrenatural.
«Si la descubren… será torturada, masacrada a golpes. Acusada de traición. Eso… eso no lo puedo