—¡No! —Cassian puso la mano libre en su cuello y apretó ligeramente.
—¿Vas a matarme? —Aurora aspiró el aire con violencia—. ¿Vas a matarme para protegerla a ella?
Apretó su agarre. Al menos un poco, con la intención de afirmar su advertencia. La presión duró lo que tardan dos latidos en sonar.
—De verdad que te has enloquecido. Pero no dejaré que dañes a la compañera de Noah. ¿Puedes entender que es su hijo el que está en el vientre de la vidente?
—¿Eso cómo lo sabes?
—Porque es así y punto. Ese cachorro es de Noah —la fulminó con la mirada—. Él ama a esa loba. La ama tanto que, incluso si no fuera su hijo, estoy seguro de que lo aceptaría gustoso con tal de no perderla.
—¿Tan idiota se ha vuelto? Ese no es el Noah que conozco.
—Eso no te importa a ti ni a mí. La ama y punto. Y no puedo dejarte correr, maltratar o gritarle a su compañera.
Aurora le aventó un último manotazo y se fue.
Cassian negó con la cabeza. Esa loba sí que estaba demente. Mientras se mantuviera a