El cristal que Noah le había dado estaba hecho trizas en el suelo. Y con él, la esperanza de una salida.
Le temblaban las manos.
“—Nunca te dejaré. Si muero, soy capaz de hacer un pacto con cualquier demonio para llevarte conmigo —Lucian había sentenciado años atrás”.
Hoy, esas palabras la aterraban más que nunca.
—Alfa Noah… —pensó en voz alta. Negó con la cabeza y se convenció a sí misma de que ese era su destino. Y como vidente sabía que hay cosas que son inevitables.
…
A la mañana siguiente, la puerta se abrió de golpe con violencia.
Lucian irrumpió sin previo aviso, con el rostro desfigurado por la rabia. Leah apenas tuvo tiempo de retroceder antes de que él la sujetara del cuello con una sola mano.
—Quedaste en responder mis preguntas —gruñó con voz baja, tensa. Una de sus cejas se arqueó con arrogancia, como si la humillación fuera un juego para él.
Leah pataleó, intentó arrancarse de su agarre. Luchó por respirar. La visión se le nubló, hasta que estuvo al borde del desmayo…
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