El gesto de Baltasar conmovió profundamente a Yulia.
—Baltasar, muchas gracias, de verdad eres todo un amor —dijo Yulia, sonriendo mientras cerraba un poco los ojos, sintiendo ese toque cálido de ternura que él siempre le daba.
Y fue gracias a esa amabilidad, durante la cena Yulia se mostró como una novia súper atenta, dándole de comer de vez en cuando, como si ella misma disfrutara de ese rol.
Baltasar, por fin, podía saborear ese “servicio de novia” tan especial.
Después de cenar, como Yulia tenía que seguir trabajando, Baltasar solo pudo acompañarla hasta su casa. La dejó justo en la entrada.
Antes de que se metiera, Yulia, rápida como un rayo, le dio un beso a Baltasar. Pero justo cuando se giró para entrar, ambos vieron a Iker, que los observaba fijamente desde la puerta con los ojos bien abiertos.
Iker estaba en la entrada, con una paleta en la mano. La lamió un par de veces antes de preguntar, curioso:
—¿Hermanita, por qué lo besaste?
Yulia no se esperaba que su hermano abriera