—¿Me acompañas a tomar algo? —Lidia sabía cómo ser desafiante y altiva, pero cuando quería, podía mostrar una expresión de vulnerabilidad que hacía que cualquier hombre se derritiera a sus pies.
Y Tulio por su parte por supuesto no era tampoco ajeno a los encantos femeninos.
Se sentó de nuevo, suspiró con resignación y dijo:
—Está bien, tú bebe, yo sólo te miraré.
Lidia sonrió levemente, dio un sorbo a su copa y luego le preguntó:
—Señor Tulio, ¿dónde trabajas?
Claro que ya lo sabía, ella se había asegurado de investigar un poco sobre él.
—Trabajo en el Grupo Financiero Yulia, señorita Lidia, ¿y tú?
—Yo por mi parte soy diseñadora de ropa.
Lidia siguió bebiendo, entrecerrando los ojos mientras pensaba en el hecho de que Tulio trabajaba en el mismo grupo que Yulia. Y encima, se conocían.
Este hombre podría ser útil. Dejó la copa sobre la mesa, apoyó la mano en su mentón y lo miró detenidamente.
Tulio, a pesar de todo, no estaba nada mal. No era difícil verlo atractivo.
Con una sonrisa e