Cuando Lidia hizo su invitación repentina, Tulio se quedó en silencio unos segundos. Luego se rio un poco y dijo:
—Señorita, mañana yo trabajo. Si me está usted invitando a tomar algo, ¿es por algo importante?
Desde el celular, se escuchó la risa de Lidia, suave y con un toque coqueto:
—Ay por Dios, no seas tan desconfiado, señor Tulio. Soy Lidia. Solo... quiero hablar un rato sobre Baltasar. Tomarnos algo y relajarnos un poco. ¿Le parece?
Tulio enseguida entendió: otra mujer más que quiere saber sobre Baltasar.
—Señorita Lidia, Baltasar ya tiene novia. Creo que está usted perdiendo el tiempo.
Lidia soltó una risita suave, casi susurrante, y su tono se suavizó aún más:
—Solo quiero saber qué hay entre ellos, para poder olvidarlo de una vez. Señor Tulio, por favor, no le digas a nadie que le busqué. Déjame un poco de dignidad. Estaré en el Bar Tropical, esperándole si se anima a darse una pasada.
Cortó la llamada.
—¿Hola...? —Tulio miró el celular, ya apagado. Pensó en ignorarlo, iba a