Cuando Lidia hizo su invitación repentina, Tulio se quedó en silencio unos segundos. Luego se rio un poco y dijo:—Señorita, mañana yo trabajo. Si me está usted invitando a tomar algo, ¿es por algo importante?Desde el celular, se escuchó la risa de Lidia, suave y con un toque coqueto:—Ay por Dios, no seas tan desconfiado, señor Tulio. Soy Lidia. Solo... quiero hablar un rato sobre Baltasar. Tomarnos algo y relajarnos un poco. ¿Le parece?Tulio enseguida entendió: otra mujer más que quiere saber sobre Baltasar.—Señorita Lidia, Baltasar ya tiene novia. Creo que está usted perdiendo el tiempo.Lidia soltó una risita suave, casi susurrante, y su tono se suavizó aún más:—Solo quiero saber qué hay entre ellos, para poder olvidarlo de una vez. Señor Tulio, por favor, no le digas a nadie que le busqué. Déjame un poco de dignidad. Estaré en el Bar Tropical, esperándole si se anima a darse una pasada.Cortó la llamada.—¿Hola...? —Tulio miró el celular, ya apagado. Pensó en ignorarlo, iba a
—¿Me acompañas a tomar algo? —Lidia sabía cómo ser desafiante y altiva, pero cuando quería, podía mostrar una expresión de vulnerabilidad que hacía que cualquier hombre se derritiera a sus pies.Y Tulio por su parte por supuesto no era tampoco ajeno a los encantos femeninos.Se sentó de nuevo, suspiró con resignación y dijo:—Está bien, tú bebe, yo sólo te miraré.Lidia sonrió levemente, dio un sorbo a su copa y luego le preguntó:—Señor Tulio, ¿dónde trabajas?Claro que ya lo sabía, ella se había asegurado de investigar un poco sobre él.—Trabajo en el Grupo Financiero Yulia, señorita Lidia, ¿y tú?—Yo por mi parte soy diseñadora de ropa.Lidia siguió bebiendo, entrecerrando los ojos mientras pensaba en el hecho de que Tulio trabajaba en el mismo grupo que Yulia. Y encima, se conocían.Este hombre podría ser útil. Dejó la copa sobre la mesa, apoyó la mano en su mentón y lo miró detenidamente.Tulio, a pesar de todo, no estaba nada mal. No era difícil verlo atractivo.Con una sonrisa e
Daniela y Lidia estaban de mal humor por el hecho de que Yulia seguía viva. Mientras tanto, Yulia volvió a casa después de salir del club, ya pasadas las once de la noche.Al entrar, vio a sus padres sentados en la sala, rodeados de una atmósfera tranquila y acogedora. Yulia siempre había adorado esa paz que reinaba en su hogar.—Papá, mamá, ya llegué —dijo Yulia mientras se dejaba caer en el sofá. Luego, les contó lo que había pasado con Lidia—. Mamá, hoy me encontré con Lidia en el club.Les explicó lo sucedido, y con una ligera sonrisa añadió:—Al parecer tiene algo personal conmigo.Marina y Diego se miraron, sorprendidos. No lograban entender de dónde venía esa animosidad tan repentina.Decidieron dejar el tema para más tarde; hablarían entre ellos esa noche.—¿Quieres que te ayude con eso? —Diego, aunque pensaba que lo mejor era que Yulia manejara sola ciertas situaciones, comenzó a considerar que tal vez debía intervenir. Si Lidia realmente sentía odio hacia su hija, mejor sería
Baltasar sonrió con picardía, sus ojos brillando de diversión.—Entonces, esperaré que vengas a pedirme la mano. ¿Y lo que me darás, cuánto será?—Todo cuanto quieras —respondió Yulia, sin perder la calma, como si fuera lo más normal del mundo.Baltasar asintió, sonriendo aún más ampliamente.—Bueno, entonces acepto. Mañana por la noche paso por ti después del trabajo.Yulia estiró los brazos, mostrándose cansada, y con un tono perezoso respondió:—Está bien.Siguieron conversando un poco más, pero Yulia ya estaba tan agotada que se despidió rápidamente.—Buenas noches, Baltasar —y colgó la llamada sin esperar más.Al día siguiente, Baltasar acababa de llegar a la oficina cuando Daniela lo llamó a su despacho. La mirada de Daniela era oscura, como si presagiara algo malo.—Baltasar, puedes recoger tus cosas y dejar la empresa.Baltasar sereno pero sin entender nada, asintió sin dar más explicaciones.—Ok.Cuando ya estaba a punto de girarse para irse, Daniela lo detuvo con una pregunta
El sol brillaba sobre el mar, haciendo que el agua resplandeciera como si estuviera llena de diamantes. Un yate de lujo flotaba tranquilamente en el océano, anclado en su lugar.Augusto descansaba tirado en una silla, rodeado por dos mujeres en traje de baño que se reían mientras le ofrecían frutas. Justo cuando iba a morder un trozo de melón que le habían acercado, su celular sonó.Augusto soltó un leve resoplido de molestia, pero en cuanto vio que era Daniela la que llamaba, su expresión pasó de fastidio a una sonrisa al instante. Contestó de inmediato.—¿Hola, Daniela? ¿Y eso como por que me llamas? —dijo, con un tono relajado, pero con una chispa de felicidad.Daniela, ocupada con el trabajo, rara vez le llamaba. Su voz al otro lado sonaba suave y tranquila.—Augusto, ¿cuándo vas a regresar? —preguntó.Como ya habían decidido tener hijos, al menos debían hacerse algunos exámenes en el hospital.—No estoy seguro, creo que me quedaré un par de días más —respondió Augusto, mirando a
El gesto de Baltasar conmovió profundamente a Yulia.—Baltasar, muchas gracias, de verdad eres todo un amor —dijo Yulia, sonriendo mientras cerraba un poco los ojos, sintiendo ese toque cálido de ternura que él siempre le daba.Y fue gracias a esa amabilidad, durante la cena Yulia se mostró como una novia súper atenta, dándole de comer de vez en cuando, como si ella misma disfrutara de ese rol.Baltasar, por fin, podía saborear ese “servicio de novia” tan especial.Después de cenar, como Yulia tenía que seguir trabajando, Baltasar solo pudo acompañarla hasta su casa. La dejó justo en la entrada.Antes de que se metiera, Yulia, rápida como un rayo, le dio un beso a Baltasar. Pero justo cuando se giró para entrar, ambos vieron a Iker, que los observaba fijamente desde la puerta con los ojos bien abiertos.Iker estaba en la entrada, con una paleta en la mano. La lamió un par de veces antes de preguntar, curioso:—¿Hermanita, por qué lo besaste?Yulia no se esperaba que su hermano abriera
Regina llevaba días sin ganas de salir desde que regresó de Estelaria. Cada vez que pensaba en su hijo, simplemente no podía encontrar fuerzas para animarse.Araceli, viendo su estado, decidió ir a buscarla directamente para invitarla a salir.—Señora Regina, ¿por qué no vamos a jugar a las cartas? —dijo Araceli, sonriendo con amabilidad.Regina respondió con una sonrisa algo forzada.—Ok, dame un momento para cambiarme.Cuando Regina bajó, ambas salieron juntas.Mientras caminaban, Araceli, con curiosidad, le preguntó sobre Baltasar.—¿Viste a la novia de Baltasar cuando fuiste a Estelaria? ¿Cuándo la traerán a Aqualis?Regina replico irónicamente.—Pues su relación aún no está tan firme. Cuando lo esté, la traerán.Araceli se rio suavemente.—Tu hijo es un suertudo, no tienes que preocuparte por él. No como mi hijo, que solo sabe beber y divertirse. ¡Ese sí que me da dolores de cabeza! Baltasar es tan brillante, su juicio no debería fallar. Mira a mi hijo, la última vez trajo a una m
Este tema podía esperar hasta que llegara a casa por la noche y lo hablara con su esposo, pero mientras repasaba todo lo que había dicho y hecho en casa de Yuli, Regina no podía evitar sentir una vergüenza profunda que la estaba consumiendo....Marina y Diego fueron al aeropuerto a despedir a Yolanda y su familia.Yolanda, abrazando el brazo de Marina, de repente no quería irse.Diego, al ver la cara de Yolanda, ya sabía lo que pasaba: quería quedarse en Estelaria. Levantó una ceja, miró a Víctor y le dijo:—Ya pueden entrar.Víctor no pudo evitar sonreír nerviosamente mientras miraba a su hijo Ulrico. Pero Ulrico no se movía, su mirada fija al frente, sin mostrar ni el más mínimo interés en irse. No le importaba quedarse.Marina, con ternura, abrazó a Yolanda.—Vete tranquila, ya cuando tengamos alguito de tiempo, iremos a verlos.Yolanda triste respondió.—Vale, los estaré esperando.Cuando Yolanda y su familia se fueron, Diego tomó la mano de Marina y salieron del aeropuerto.Marin