Baltasar se acercó a Yulia, y le quitó las cosas que llevaba en las manos y también tomó el bolso que tenía colgado del hombro.
—¿Tienes hambre? ¿Te gustaría comer algo primero? —preguntó, con mucha delicadeza.
Yulia sorprendida, sonrió al instante.
—Sí, vamos a comer.
Mientras conducía, Baltasar, con su tono tranquilo, le hizo una pregunta:
—¿Te fue bien en Aqualis?
Ambos sabían que trabajaban en empresas distintas, por lo que había cosas que no podían compartir entre ellos. Cada empresa tenía sus reglas correspondientes, y hablar de detalles laborales solo los haría meterse en terrenos peligrosos.
Yulia pensó por un momento antes de responder:
—Creo que sí, todo bien. Solo me queda un 1% de incertidumbre.
No podía estar segura del todo de que Eugenio no tomaría alguna decisión impulsiva.
Baltasar, con su tono habitual, le preguntó sin darle muchos rodeos a ese asunto:
—¿Qué te pareció el ambiente en ese lugar? Y cuando nos casemos, ¿te gustaría vivir en Aqualis?
Sabía que no podía qu