Baltasar salió del hospital con los dos documentos urgentes que Daniela había terminado de gestionar. Regresó a la oficina para terminar lo que aún quedaba pendiente. Miró el reloj: ya eran las ocho de la noche.Después de salir, pasó por una tienda y compró algo de pan para cenar. No se fue directo a su casa, sino que condujo hasta el barrio San Martín.Cuando Yulia recibió la inesperada llamada de Baltasar, estaba por completo sumida en los informes de las distintas áreas de la empresa.—¿Baltasar? —preguntó, sorprendida al escuchar su voz.Baltasar, reconociendo su tono suave y cálido, respondió bastante relajado:—Estoy abajo en tu edificio. ¿Te parece si bajas un momento?Yulia, sabiendo que su familia no estaba en el barrio San Martín, trató en ese momento de buscar una excusa para rechazarlo:—Todavía estoy ocupada con cosas de la empresa.Baltasar estacionó el auto y, un tanto confundido, se apoyó en la puerta del vehículo, mirando el edificio del barrio San Martín.—¿De verda
Yulia cambió por completo de expresión al escuchar las palabras de Fernando.Fernando señaló el plan que tenía sobre la mesa y explicó:—Sobre los derechos de distribución de medicamentos, pensábamos que ya estaba casi asegurado, pero ahora, con Eugenio eligiendo reunirse con Daniela del Grupo Herrera, esto nos pone en una situación bastante complicada.Aunque su plan representaba el 70% de las ganancias, el 30% que se quedaba el Grupo Ramos no era algo despreciable. Lo que no entendían con claridad era qué tenía la propuesta del Grupo Herrera que había atraído tanto a Eugenio.Yulia, manteniendo la calma, respondió con determinación:—Fernando, quiero pedirle una reunión al señor Eugenio.Fernando sorprendido, sacó su celular y comenzó a buscar el contacto de Eugenio.Le pasó el celular y dijo:—Llámalo desde mi celular.Yulia tomó el celular, pero antes de marcar, se quedó pensativa. No podía evitar preguntarse de nuevo qué había motivado a Eugenio a elegir al Grupo Herrera. En cualq
Baltasar era el que mejor dominaba el contenido del plan. De vez en cuando, Daniela hacía algunos ajustes o añadía detalles a lo que se discutía en ese instante, pero siempre con mucha precisión.Aunque Eugenio mantenía una actitud seria y algo distante, en algunos momentos dejaba escapar ciertos destellos de curiosidad. Al ver cómo Baltasar y Daniela se complementaban tan bien durante la negociación, no pudo evitar recordar lo que Yulia había hecho ayer para asegurar los derechos de distribución del Grupo Yulia. Era bastante curioso pensar en cómo esa pareja, que parecía ser tan unida, ahora estaba en lados opuestos.Eugenio levantó con cuidado la taza de café y, mientras la acercaba a sus labios, dio un pequeño sorbo, intentando de esa forma aclararse la garganta.—Los canales de venta del Grupo Herrera son bastante limitados —comentó Eugenio, con una voz firme.Daniela lo comprendió, reconociendo el punto.—Señor Eugenio, eso es solo temporal. Estamos trabajando duro para expandir
Yulia llegó a casa después de un día largo de trabajo, agotada. Apenas iba a dejarse caer en el sofá cuando de repente su papá, con una sonrisa pícara, le metió una bolsa en las manos.—Llévale estas manzanas a Baltasar, están buenísimas —le dijo Diego, con esa sonrisa suya tan inconfundible.Yulia lo miró, confundida, y tocándose por casualidad el estómago, que ya empezaba a rugir, le respondió:—Papá, primero quiero comer algo, y luego llevo las manzanas, ¿está bien?¡Qué raro! ¿Por qué su papá le pedía que le llevara algo a su novio? Definitivamente algo en todo esto no cuadraba aquí.Justo cuando Yulia pensaba dejar la bolsa y correr a cambiarse, su papá habló de nuevo:—Te preparé un delicioso sándwich. Puedes comer mientras vas en el auto, pero primero lleva las frutas. Y recuerda regresar pronto, ¿eh?Antes de que Yulia pudiera abrir la boca, Diego ya se había dado vuelta y, con un tono más serio, le gritó a Iker, que estaba despreocupado tirado en el sofá, con la panza al aire:
Baltasar le contó todo con total sinceridad, sin ocultar nada.Yulia escuchaba sorprendida, con el rostro algo serio, y aunque no sentía lástima por su novio, soltó, un poco irónica:—Qué suerte tiene ella, siempre ayudándola. Ya te he visto varias veces hacerle el favor.Después de soltar eso, le lanzó una mirada algo curiosa a Baltasar.Él, con un suspiro resignado, sonrió y le respondió:—No te preocupes, hoy hablé con recursos humanos. Ya hay alguien que me va a reemplazar. Este mes me voy, en cuanto termine todo.Yulia hizo un par de ruidos de desaprobación, señalando la bolsa de manzanas sobre la mesa.—Mi papá me pidió que te trajera estas manzanas. Están allá. Yo ya me voy.Baltasar la tomó de la mano, la abrazó cariñoso y le dijo, con tono suave:—Quédate un ratito más, ¿sí? Hablemos un poco más.Sabía que su papá no estaba bien, que no era el momento adecuado para estar demasiado pegados, pero al mismo tiempo no quería que se fuera tan rápido.Yulia estaba dudando en ese mome
Esa noche, Yulia no pudo dejar de fijarse en la herida en la comisura de los labios de Baltasar. Por un momento, le dio algo de pena verlo así, pero en cuanto pensó que él se había metido en ese lío por culpa de otra mujer, toda la compasión que sentía se le fue de inmediato.—Papá, ¿me vas a decir o no? ¿Metiste a alguien en el Grupo Herrera?¿no es cierto? —Yulia frotó sus manos, como si intentara adivinar.Diego, al ver la cara de su hija llena de expectativas, le lanzó una mirada cómplice que lo decía todo: Qué lista eres.Yulia, al darse cuenta, levantó el pulgar y decidió no seguir preguntando más. Cambió al instante de tema, mencionando a otro hombre complicado:—Mamá, mañana voy al aeropuerto a ver a Eugenio, por si acaso, ya compré un boleto para ir a Aqualis también.Marina, preocupada, le recordó que tuviera cuidado y que prestara atención a su seguridad....Mientras tanto, en el hospital.Augusto había decidido quedarse esa noche en el hospital para acompañar a Daniela. Des
Ella no le creyó ni por un segundo.Al día siguiente, Yulia se levantó temprano, como siempre, y comenzó su rutina de ejercicio junto a Iker. Después de sudar un poco, desayunaron rápido y, como siempre, se fueron cada uno por su lado.Yulia salió con su mochila al hombro, y hoy, en lugar de ir a la oficina, se dirigió directamente al aeropuerto. Llegó una hora antes de lo previsto, lo que le dio tiempo suficiente para calmarse y pensar bien en lo que iba a decir.Eugenio, con su impecable traje y su mirada seria, entró al salón VIP del aeropuerto. Al rato, vio a Yulia acercándose con su típica sonrisa radiante.—¡Señor Eugenio, buenos días! —saludó ella, con una voz fresca, llena por completo de energía.Eugenio se detuvo y la saludó, mientras ambos tomaban asiento.Yulia, todavía sonriendo, dijo con tono sincero:—Señor Eugenio, le agradezco mucho que me haya dado la valiosa oportunidad de hablar más a fondo sobre la distribución de los medicamentos. En el Grupo Yulia estamos muy int
Eugenio escuchó el análisis de Yulia, y por un momento, sus ojos brillaron, como si algo en su interior hubiera titilado. Pero de inmediato volvió a su calma habitual, como si nada hubiera cambiado.La miró fijamente, su voz tan baja y sombría como siempre:—Tu intuición es bastante aguda. Es cierto que me interesa trabajar con el Grupo Yulia, pero como tú misma dijiste, “interés” es solo eso: un interés, y esa palabra implica que todo puede cambiar.Un hombre astuto y calculador, pensó Yulia para sí misma mientras lo observaba, midiendo cada palabra.Se inclinó un poco hacia él, bajó la voz y dijo, con un tono serio y directo:—Señor Eugenio, sabe perfectamente que el Grupo Yulia tiene ventajas sobre el Grupo Herrera en cuanto a recursos, expansión de mercado y fuerza de marca. A largo plazo, podemos ser su socio más sólido en América. No deje que el orgullo nuble su juicio.Eugenio levantó una ceja y repitió con algo de desden:—¿Orgullo? —Su expresión se suavizó un poco, pero su voz