Capítulo 652
Diego se sentó junto a Iker, cruzando las piernas, y lo miró con mucha ternura.

—Iker, eres un niño, los niños no deben llorar.

—Papá... —Iker soltó un repentino suspiro , con un tono de voz suave y triste.

Diego lo miró, observando las lágrimas colgando de sus pestañas y esa carita tan afligida, no pudo evitar sonreír con ternura.

—¿Me trajiste el huevo para que lo coma, verdad?

Diego sacó de la mochila los libros y juguetes que Iker había metido ahí sin querer.

—Sí, papá, porque sé que estás enfermo y necesitas algo nutritivo. Pero el huevo se aplastó... —dijo Iker, ya sin mostrar lágrimas, mirando al suelo—. Lo siento mucho, papá.

A Diego le dio una satisfacción enorme ver que su pequeño pensaba en él con tanto cariño. Sacó enseguida lo que quedaba del huevo, que aún estaba medio entero, y lo probó cuidadosamente.

—¡Mmm, qué rico! Este huevo está buenísimo. ¿La próxima vez me traes uno, Iker?

Iker miró a su papá con carita de pena. ¿Habría tal vez una próxima vez?

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