Lidia lanzó una mirada llena de burla hacia Yulia.
—Admiro tu valentía —dijo, con tono despectivo.
Yulia se quedó por un rato en silencio, pero con rapidez se recompuso y respondió con seguridad:
—Yo también admiro mi valentía. Al menos eso demuestra que mi interior es mucho mejor que tu triste exterior.
Una leve sonrisa desafiante se dibujó en ella.
Lidia, como si hubiera escuchado la broma más absurda de su vida, la miró de arriba abajo, evaluando su ropa barata.
—¿En serio? ¿Tu interior es mejor que mi exterior? ¿Tú? ¿Vienes aquí a hacer reír a la gente o qué?
Baltasar, con una mirada sombría, la observó y dijo, tajante:
—Señorita Lidia, la única que da risa aquí eres tú. Eres una grosera, burlándote de desconocidos.
Lidia, sorprendida por su reacción, intentó en ese momento decir algo más.
Pero ni Yulia ni Baltasar querían perder el tiempo con alguien tan tóxico.
Yulia pagó por la ropa y ambos salieron apresurados de la tienda.
En el camino de regreso, cada vez que el semáforo se p