Marina no pudo evitar en ese instante reírse al ver a Diego tan empeñado en hacer el desayuno. Se giró y, mientras seguía cocinando, le dijo:—Mira, hasta Iker lo está diciendo, mejor ya no sigas con esto.Diego soltó un gruñido, se acercó a la puerta y la cerró con fuerza para evitar que los dos entraran a interrumpir. Marina, al verlo, sorprendida lo miró con una ceja levantada, algo confundida.—¿Y ahora qué estás haciendo, cerrando la puerta? —preguntó curiosa, mientras seguía moviendo la cuchara.Era de día. No podía estar haciendo nada raro.Diego, parado justo detrás de ella, la rodeó con ambos brazos y, en un tono bajo, le susurró cariñoso al oído:—No quiero que te levantes tan temprano a hacerles el desayuno. Podemos simplemente comprar la casa de al lado, poner a un chef allí y que nos lo traigan todo.Marina apagó de inmediato el fuego, se giró y, poniéndose de puntillas, le dio un beso rápido en la mejilla.—Ok.Mientras tanto, afuera en la mesa, Yulia estaba esperando pac
Baltasar aún podía mantenerse de pie y ayudar a alguien, lo que le confirmaba que estaba bien. Pero ¿qué debía hacer en ese momento? ¿Ser quizás la novia comprensiva y dulce, o la novia celosa y directa?La mujer a la que estaba ayudando no era otra que su jefa, ¡y la misma que lo había salvado antes!Desde un punto de vista lógico, no había nada de malo en que él ayudara a su jefa. Pero desde el punto de vista emocional, si se enojaba, podría parecer una persona demasiado celosa e inmadura.Yulia intentó calmarse un poco, fue al refrigerador, sacó una bebida bien fría y la bebió de un solo trago. ¡Qué alivio! Esa bebida definitivamente era algo que su mamá había escondido par ella, porque su papá nunca habría permitido que tuviera algo tan frío en la casa.Después de beber, se sintió un poco más tranquila, pero todavía le quedaba algo de malestar en su cuerpo, así que decidió llamar a su papá. No era una experta en relaciones, pero seguro que él tendría un buen consejo para ella.Dieg
¡A Yulia no le gustaba nada que él tuviera tanto contacto con Daniela! ¿Por qué tiene que seguir siendo la novia comprensiva para entender su trabajo?¡Papá tiene toda la razón! ¡Es él quien debería considerar mis sentimientos, no al revés!Yulia contestó con firmeza.—¡Papá, ya entendí lo que dices! Gracias, pero sé lo que tengo que hacer. ¡Te cuelgo!Diego se quedó mirando el celular un momento, sintiendo una extraña preocupación: ¿Estaba realmente segura su hija de lo que iba a hacer?Marina, que había escuchado atenta toda la conversación desde el balcón, entró justo después de que Yulia colgara.Diego, al verla, le dio un golpecito en la pierna y le dijo:—Siéntate aquí, Marina. ¿Escuchaste lo que le dije a Yulia? ¿Verdad?—Sí, me parece que dijiste lo correcto —respondió Marina, sonriéndole mientras le acariciaba cariñosa la pierna.Con los hijos fuera de casa, no había problema en que se mostraran cariñosos a plena luz del día....Mientras tanto, Yulia llegó a la oficina del Gr
En el ascensor, Yulia, Eugenio y Alejandro permanecieron en completo silencio.En realidad el ambiente no era incómodo, ya que los tres sabían cómo comportarse como adultos.Yulia, con su figura redonda, estaba justo al lado de Eugenio, quien, con su porte alto y enérgico, proyectaba una seriedad y distancia que parecía imposible de romper.Alejandro echó un vistazo a los dos, notando la diferencia de estaturas, que de alguna forma le resultaba algo cómica.El ascensor llegó al piso treinta.Como asistente, Yulia, con respeto, le dio paso a Eugenio para que saliera primero.Él, con sus largas piernas, salió del ascensor sin apuro alguno.Alejandro hizo un gesto con la cabeza hacia Yulia en señal de agradecimiento, y ella respondió con una simple sonrisa. Yulia había logrado integrarse perfectamente en la empresa, manejando todo con una eficiencia realmente envidiable.Al final de la jornada, Baltasar pasó a recogerla en su auto.Como tenían que hablar de algunos asuntos, decidieron com
La cena a la que Daniela iba a asistir esa noche no iba a ser precisamente tranquila.Ayer, justo cuando el auto de Daniela se detuvo frente al edificio del Grupo Herrera, otro auto la embistió por detrás de manera repentina. Todavía recordaba el impacto y no podía evitar sentirse algo inquieta.El que había causado el accidente de manera intencional era Adolfo, el exdirector de finanzas que había sido despedido, y que además había sido recomendado por Benito. Benito organizó esta cena bajo el pretexto de que Adolfo quería disculparse con Daniela. Aunque Daniela sabía que no iba a ser tan simple, no podía negarse a asistir, de lo contrario, eso habría significado ceder ante la firme presión.Baltasar, como asistente, tenía que acompañar a su jefa a todos los eventos, así que, después de salir de la oficina, le mandó un breve mensaje a Yulia:[Ya mencioné mi renuncia, pero tengo que quedarme un mes más para la transición. Además, esta noche tengo que acompañar a mi jefa a una cena.]Yul
Iker aceptó emocionado.—¡Mañana te acompaño a jugar!—¡Iker, tu papá llegó! —llamó la maestra.—¡Diego vino a buscarme! ¡Adiós, Inés! —Iker se puso emocionado rápidamente la mochila.—¿Diego quién? —Inés preguntó, con una cara de tristeza al despedirse de Iker.—¡Diego es mi papá! ¡Tontita!Iker ya no podía esperar más tiempo para llegar a casa, así que, sin pensarlo dos veces, se despidió rápido de Inés y algunos de los compañeros con los que había estado jugando, y siguió corriendo a la maestra hasta la puerta. Allí estaba Diego, esperándolo junto al auto.Cuando Iker lo vio, su carita se iluminó y corrió a toda prisa hacia él, con una sonrisa de lo más sincera.—¡Papá, apresúrate, vamos a casa!Saltó al auto y dejó la mochila tirada en el asiento.En cuanto Diego se subió al vehículo, Iker no pudo aguantar más la curiosidad.—¡Papá, dime qué vamos a cenar esta noche?Diego le sonrió con su típica calma.—Pues adivina.Los ojitos de Iker brillaron emocionados, y empezó a contar con
En ese preciso momento, la atmósfera en la mesa se tornó algo tensa.Benito, aunque bajo y de apariencia inofensiva, no era tan fácil de intimidar. Su sonrisa permaneció intacta mientras se levantaba a servir el vino, tanto para él como para Daniela.Este vino era fuerte, y con unas copas de más-, aquellos que no tenían mucha tolerancia al alcohol empezaban a sentirse al instante un poco mal.Benito, con un tono bastante sincero, levantó su copa y dijo:—Señora Daniela, permítame brindarle. Cometí un error al no saber elegir a las personas adecuadas, y terminé contratando a alguien como Adolfo para la empresa. Realmente fue mi culpa.Tomó un par de tragos seguidos, dejando de esa manera que el vino fuera casi un alivio para él.Daniela también se levantó, alzó enseguida su copa con una ligera sonrisa, aunque algo sombría.—No se puede prever el futuro, señor Benito. Nadie pensó que Adolfo fuera en realidad tan torpe.Dio un pequeño sorbo al vino, y el ardor le quemó demasiado la gargan
Daniela sonrió con determinación y dijo:—Ya es tarde, Benito, esta noche hasta aquí llegamos. Nos vamos, gracias por la invitación.Al escucharla, Benito se puso serio de inmediato.—¿Ya se van, tan temprano señora Daniela? ¿Por qué no se quedan un ratito más?Daniela se levantó con calma. Su propósito al venir a esta cena era evidente: dejarle en claro a los viejos accionistas que no le temía a nadie, que no era tan fácil intimidarla.Justo cuando ella y Baltasar se disponían a salir del reservado,Benito volvió a sonreír, esta vez con una mirada algo intrigante.—Señora Daniela, ¿qué le parece si hablamos de una posible colaboración?Daniela le respondió con una sonrisa bastante tranquila, lo miró fijamente unos segundos y, tras pensarlo un poco, dijo:—Está bien.Benito la invitó a sentarse de nuevo, y ella accedió.Baltasar y el asistente de Benito fueron los primeros en salir; a veces, los empleados no deben escuchar lo que se dice entre los jefes.Baltasar, ya algo tomado, y el