Daniela llegó a casa cerca de las once de la noche, agotada, tanto física como emocionalmente.
Lidia se había ido a una fiesta, y Augusto, quizás, estaba en la cama de otra.
La casa estaba vacía, lo que la hacía sentirse aún más sola y triste. En el trabajo, había estado al borde de un enfrentamiento con el director de finanzas, y ahora, al estar sola en casa, ese vacío la incomodaba un poco. Pero solo un poco.
Tras una ducha rápida, Daniela se tiró exhausta en la cama, reflexionando sobre el gran paso que había dado hoy: había colocado a su gente en el departamento de finanzas.
Era una victoria importante en la lucha interna dentro de la empresa.
Se sentó relajada, abrió un cajón y sacó una vieja revista de economía.
Era de hace unos años, con Marina en la portada, cuando aún era una figura conocida, de hace más de diez años. Al abrirla, sus ojos se llenaron de determinación.
El artículo hablaba de cómo Marina había logrado entrar al Grupo Zárate, pasando de ser una simple desconocida