En Marbesol, Mario le compró un ramo de rosas a Julia.
Llevaba una camisa blanca y pantalón casual, su figura alta y delgada, con una expresión tranquila mientras se acercaba a ella.
Amoroso, le dijo:
—Hoy me pagaron.
Julia tomó las flores y se sonrojó un poco. Miró al hombre y le sonrió, feliz.
Desde que se casó con Camilo, no había recibido ni un solo detalle de parte de él.
No importaba si el hombre tenía o no dinero, a veces con un pequeño gesto, como recibir una flor, las mujeres se sienten apreciadas.
Julia miraba al hombre frente a ella, el mismo que hace poco le había salvado la vida. Agradecida, extendió la mano y se aferró al brazo de Mario.
—Muchas gracias.
Mario miró su brazo, al que ella se aferraba, y sintió una satisfacción interna. Realmente quería encontrar a una mujer rica que lo mantuviera, por eso trataba a Julia con tanto esmero.
—¿Qué te parece si vamos al cine? —preguntó Mario, algo inseguro.
—Claro —respondió Julia, sonriendo con entusiasmo.
En ese preciso momen