Marina apretó el botón para contestar la llamada casi sin pensar.
Del otro lado, la voz de Renato sonó baja, cargada de preocupación:
—Señora, ya atrapamos al tipo, pero... en la habitación no encontramos a la señorita Yulia. Él se niega a dar cualquier información.
El corazón de Marina dio un respingo tan fuerte que por un instante le cortó la respiración. Un destello de angustia pasó por sus ojos, pero se obligó a mantener la calma.
—Sigan presionándolo. Tienen que sacarle algo, cualquier cosa que pueda indicar algo sobre el paradero de Yulia.
—Entendido.
Renato colgó la llamada, pero enseguida marcó otro número. No quería que Marina supiera todo lo que estaba pasando.
—Jefe, este tipo es duro como una roca. Hemos intentado de todo y no suelta nada.
La mirada de Diego se oscureció al otro lado de la línea.
—Llévalo a Estelaria, hazlo sin que sospeche nada.
Renato entendió de inmediato y asintió.
Tras cortar, Diego, preocupado por Marina, decidió llamarla por videollamada para asegura