Los siguientes días no pudimos disfrutar demasiado, ya que, los preparativos para la Nochebuena no nos daban tiempo para nada más. Un día fuimos a visitar a su tía, otro a comprar los que surgió a última hora y sin darnos cuenta casi, ya estábamos a un día de la Navidad. Cada año decorabamos la casa con mi padre y mí hermana, ya que mi madre tenía por costumbre cocinar y hornear. Este año no fue menos, lo que si tuvimos que hacer fue incluir a mi prometido en nuestros planes. En definitiva, pronto iba a ser el nuevo miembro de la familia. El día antes de la Nochebuena fuimos a cenar con la familia de Felipe. Habían venido sus padres y nos reunimos como antaño.
- ¿Para cuándo la boda?--- su tía era de lo más atrevida y siempre preguntaba o hacía algún comentario cuándo no era el momento; como si te quisiera dejar en evidencia.
- Que lo diga mi prometida--- añadió Felipe de lo más tranquilo. Su sonrisa burlona me puso nerviosa y casi escupo la bebida de mi boca.---por mi ahora mism