Los días en casa de Lucrecia pasaron a mi favor, claro está. Isa tuvo que obedecer a su madre, yendo y viniendo conmigo según mis peticiones. Pasamos un tiempo favorable diría yo, pero desgraciadamente tenía que volver a mi ciudad; había descuidado mis responsabilidades por demasiado tiempo.
- Hijo, tienes que hablar con tu madre, está un poco molesta--- dijo mi padre en cuanto pisé su casa. - No solamente eso---la voz a mis espaldas me hizo resaltar y sin poder controlarlo, me puse más nervioso que un chiquitín. Mi madre fue de lo más importante en mi vida, 3l pilar de nuestra familia y la razón por la que amo tanto al género femenino. - Te tengo que contar muchas cosas--- le dije mientras la abrazaba con cariño. - Más que eso , todavía espero que me pidas perdón jovencito.¡ No te creas que si me abrazas me olvido de lo descarado que fuiste!--- me apartó para mirarme a los ojos. Le besé la coronilla. Mi madre era de lo más persuasiva cuando quería algo y m