Nos encaminamos a su habitación y entramos casi si hacer ningún ruido. Me senté en la cama y Felipe se acomodó detrás de mi. Acto seguido me atrajo a sus brazos y entonces pude darme cuenta que estaba apoyado en el cabecero. Me rodeó con sus brazos y dejé mi cabeza caer sobre su pecho. Casi dejó de respirar, sólo podía escuchar los latidos de su corazón, que no eran nada suaves.
-¿Estás cómoda? -escuché en mi oído derecho.No contesté, pues parecía que mi voz me había abandonado. Mi cabeza daba mil vueltas y no dejaba de pensar en lo que fue y en como me siento ahora por culpa de aquello. Todo pasará, estoy muy consciente de ello, pero necesito tiempo para asimilarlo.-No soy quien para decirte nada en este momento, sé que todo es tan inútil y las palabras sobran---susurró Felipe besando despacio mi cabeza.---Verás que más pronto que tarde todo te parecerá un mal sueño.-Ojalá ---contesté sin ganas---.-Duerme aquí si quieres. Yo cu