Leila se quedó pasmada por un momento.
¡Esto definitivamente no estaba en sus planes!
Marc sonrió, y en sus ojos oscuros y profundos no había el más mínimo atisbo de juicio, solo una calma inmutable que desnudó a Leila con una sola mirada.
Con solo ese vistazo, Leila bajó la cabeza avergonzada, evitando su mirada.
¡Este hombre daba miedo!
Jugar a hacerte la difícil con alguien como él, un hombre que entendía a la perfección la naturaleza humana, era un error colosal...
Marc apagó el cigarrillo con calma, su voz ronca pero su presencia seguía siendo escalofriante: —¿De verdad creíste que te hice venir hoy para qué?
...
El corazón de Leila latía con fuerza por puro miedo y nervios.
Marc la miraba desde arriba, desnudando cada uno de sus pensamientos con una precisión fría: —¿Viste a Delia y pensaste que podrías ser su sustituta?
Leila apretó aún más el dobladillo de su vestido, intentando contener el temblor de su cuerpo, pero no podía evitarlo. Se obligó a levantar la cabeza y mirar a M