No pude evitar reírme.
No sé qué dijo Mateo, pero de repente Yolanda lanzó una advertencia: —¿Quién se ha pasado con las copas? Muy bien, ya verás cuando me necesites.
Luego colgó la llamada de forma brusca y me sonrió: —Delia, ¿puedes hacerle un favor a tu futura tía?
Ella se adaptó bastante rápido a su nueva identidad.
Levanté una ceja: —¿Tía? ¿De verdad piensas en volver a casarte con Sebastián solo por un título?
—Es algo a considerar.
Yolanda me guiñó un ojo: —Entonces, ¿me ayudas o no?
—¿Con qué?
—No le digas a Mateo nada sobre tu relación con Eloy.
—¿Eh?
—No he visto a Mateo pasar un mal rato.
Yolanda parecía emocionada.
Solté una risa: —¿Eso es todo lo que necesitas?
Yolanda asintió: —Sí, ¿puedes ayudarme?
—Claro.
Asentí con decisión.
Yolanda era probablemente la persona más cercana a Mateo en la nueva generación de la familia Vargas, aparte de Emilia, y quería llevarme bien con ella.
Además, mañana en la cena de celebración, mi identidad se haría pública.
Aunque no lo dijera,