La última vez que tocó mi origen, nuestra conversación resultó incómoda.
Por eso, cuando Eloy me llamó y mencionó este tema, me sorprendió. Tras dudar un momento, respondí: —Es un colgante de jade, un colgante de conejo.
Eloy pareció emocionarse al escuchar esto: —¿Un colgante de conejo?
—Sí.
Afirmé mi respuesta y expliqué: —Ese colgante lo llevo desde pequeña, pero hace dos años, tras un accidente, se perdió.
Mientras hablaba, sentí curiosidad: —Señora García, ¿por qué preguntas eso de repente?
—Yo...
Eloy parecía controlar sus emociones, organizando sus palabras. Finalmente preguntó: —¿Tienes tiempo ahora? Hay algunas cosas que quisiera discutir contigo en persona.
—...Sí.
Lo pensé un momento y decidí aceptar.
Tenía la impresión de que lo que Eloy quería comentar estaba profundamente relacionado conmigo.
Eloy, cautelosa, preguntó: —¿Dónde vives? ¿Te parecería bien si voy a tu casa?
—¿Ah?
Me sorprendí nuevamente y respondí rápidamente: —No hay problema, vivo en el Conjunto Los Jardine