C71: No podrías ser madre.
Vidal se quedó petrificado. No podía creerlo, no podía entender cómo las cosas habían llegado hasta ese punto. La miraba con el ceño fruncido y los labios ligeramente abiertos, incapaz de emitir sonido alguno. Era como si la garganta se le hubiera cerrado por completo, sofocándole el habla.
Sus pupilas se quedaron incrustadas en el rostro de Alaska, intentando descifrar una mínima mueca, cualquier rastro que desmintiera lo que acababa de escuchar. Buscaba desesperadamente una grieta en su expresión, algo que revelara que todo aquello no era más que una broma de mal gusto, una mentira lanzada al aire por impulso o por miedo.
Esperaba que ella retrocediera, que soltara una risa torpe y nerviosa, y que dijera algo como: “No era en serio, solo quería llamar tu atención”. Esperaba ese respiro, esa chispa de alivio que rompiera la tensión que le oprimía el pecho.
Sin embargo, Alaska no hizo lo que él esperaba.
—Pero tú… tú te estabas cuidando —expuso Vidal, tratando de ordenar el caos en s