C55: Así es como quieres jugar.
Raymond miró a Margot sin una pizca de duda en sus ojos.
—Bueno, si ese es realmente el problema, entonces con gusto puedo comprarte un departamento para que vivas allí libremente por el resto de tus días —aseveró—. Pero no voy a permitir que sobrecargues a Ámbar, que intentes hacerla sentir mal, ni que le digas cosas como las que me acabas de comentar, acusándola de no hacer absolutamente nada. Ámbar es una persona muy servicial, noble y sensible; si le haces llegar ese tipo de comentarios, se sentirá mal, y eso podría poner en riesgo la vida de mi hijo. Así que ten mucho cuidado con lo que le dices a mi esposa. Más bien, ni siquiera te acerques a ella, no vayas a su habitación ni la rondes, ¿me entiendes?
Margot sonrió, pero no era una sonrisa de diversión, sino una de frustración, de indignación. Le molestaba profundamente que Raymond se dirigiera a ella de esa manera.
—De verdad, si tu padre te escuchara hablar así, seguramente lo decepcionarías mucho.
Raymond la observó sin inmut