~Capitulo 1~
Cuando mi padre empezó a repetir el discurso que me venía repitiendo desde hace cuatro años, mis ojos estaban puestos en el papel encima de su escritorio.
Hace años me habló de un contrato que nuestra familia pudo obtener con un pez gordo, normalmente me sentaba frente a él con cara de fastidio, pero hoy, justamente hoy, estoy tan tensa que mis músculos empezaron a doler.
La diferencia de la charla de hoy con las anteriores, era que esto no era un recordatorio, sino que hoy tendría que firmar: el mismo día de mi cumpleaños número 18.
—Elaine, mi niña —la voz de papá sonó suave, pero eso no le quitaba el peso al asunto —. Esta es nuestra salvación, para que la familia Fiori pueda ser próspera y exitosa de nuevo.
Asentí apenas pude; el tema de que nos quedamos en banca rota desde hace varios años me abruma desde la niñez, pese a que nunca conocí las necesidades, no era eso lo que me motiva a afrontar lo que venga: sino que me aterra ver a mis padres preocupados cada vez más con esta situación.
Desde donde me encontraba divisé el nombre de alguien más alado del mío en ese contrato, una corazonada me golpeó la sien.
—¿Quién es Dimitri? —pregunté cautelosa—. Su nombre... realmente no me suena.
Cuando alcé mi vista hacia él me aterró ver como me miraba de forma atenta y calculadora, por un momento me pareció ver crueldad.
—Asi suena nuestro futuro, Lany: Dimitri Sergeev.
El hecho de que utilizó el apodo con el que me decía de niña, mezclado con el tono de su voz, me hizo estremecer.
Esto no está bien.
Definitivamente algo iba mal aquí.
—¿Que pasa si no se realiza este contrato? —volví a hablar.
—Bastante sencillo: la familia quedará en la ruina y todos nosotras bajaremos de status. Eso no puede pasar por nada del mundo, es por eso que tomé esta decisión desde hace muchos años, ponerte a tí de cabecilla y sosteniente del futuro. Después de esta reunión irás a ver a Dimitri Sergeev, y harás que firme... —pausó un momento, pensativo —, aunque sospecho que tampoco pondrá resistencia.
Cerré los ojos por un momento tratando de digerir sus palabras. Esto realmente me sabe mal.
Pese a eso no me atreví a cuestionarlo aunque tuviese las ganas a millón. No importa que tan malo sea los obstáculos; todo sea por sacar a mi familia del agujero y seguir adelante con la frente en alto. Es por eso que sin rodeos tomé el bolígrafo y firmé.
Noté como a mis espaldas un chillido ahogado resonó en todo el despacho, me sobresalté y miré detrás de mí, encontrándome con mi madre llorando.
Sin consolarla y evitando escuchar sus quejas, le pasé por un lado y salí del lugar.
En el pasillo que llevaba a la sala principal donde sería el evento de celebración, me encontré a mi hermana mayor recostada contra la pared.
Me miró con una ceja alzada.
—¿Ya estás lista para ser el futuro de la familia? —pregunta con sarcasmo y malicia —. Como siempre, Elaine la niña perfecta de sus papás.
La miré de reojo mientras me acercaba a ella.
—Si estás molesta porque yo firmé el contrato, no es mi culpa; nuestro padre fué el que eligió...
Su voz ronca me interrumpió.
—No, claro que no —dice con resentimiento —, alguien mas eligió por él, ¡yo era la que tenía que firmar eso no tú! ¡todos aquí lo saben! Incluso tú lo sabes.
—Rita, por favor...
—Que maldita egoísta me saliste, pensé que eras una m****a de persona, ¿pero realmente fuiste capaz de hacer esto? —sus voz sonaba venenosa y cínica —. Veo que eres peor de lo que demostrabas.
Un nudo en la garganta me impidió a responder. Aunque si no fuese así, ¿que podría responder? ¿intentar hacerle cambiar de opinión? eso era imposible. Su odio hacia mí era más fuerte que cualquier cosa que pueda decir para calmarla.
Ella al notar que no iba a responderle, se dió vuelta sobre sus talones y se encaminó hacia el evento. Con mucha dificultad le seguí los pasos, topandome con los invitados en la planta baja.
Bajé las escaleras lentamente viendo todo a mi alrededor. Rita ya se encontraba en medio de los invitados; reía, recibía cumplidos, regalaba abrazos... era todo un encanto.
Al llegar al final de las escaleras logré escabullirme en un rincón sin llamar la atención. Al ver a mi madre saludando a unos conocidos, se volteó hacia mi apenas sintió mi mirada.
Me acerqué a ella.
—¿Has visto al señor Dimitri Sergeev? Me urge acabar con el asunto.
—Mi amor, él no vendrá el día de hoy —me informó triste, estiró su brazo hacia mi con el propósito de acariciarme una mejilla —. Tu tendrás que ir a su casa y hacer que firme.
Sus ojos parecían llorosos, y sospecho que no es de felicidad. Abrí mi boca, lista para bombardearla con preguntas, hasta que la voz de mi papá me interrumpió.
—Ya es hora de que te vayas a ver a Dimitri —dijo a mis espaldas.
—¿Qué? ¿Ahora mismo? —empecé a negar con la cabeza —. Es muy pronto, es decir, ¿no podría ser mañana?
Mi padre se posicionó junto a mi madre, dándome la imagen de padres estrictos que fuí viendo desde la niñez.
—Pues no, mandó a decir que no piensa recibirte después de las diez de la noche, y ya para mañana no aceptará ningún contrato.
—Eso es absurdo, sí el ya de antemano aceptó el contrato podría firmarlo cualquier día —dije a la defensiva, negandome a abandonar mi fiesta de cumpleaños.
Mi padre me escanea con desaprobación absoluta, estuve a punto de volver a negarme, pero los ojos cristalizados de mamá me lo impidió.
Tragué con dificultad, hoy estaba llorando más de lo normal.
—De acuerdo —acepté finalmente —, trae el contrato para ir a ver a... Ese tal Dimitri Sergeev.