Postre.
La risa casi histérica resonó en la habitación mientras el dolor se enroscaba y aprisionaba a su corazón, como si de una vil serpiente se tratara. Se odió y se culpó por haber sido tan estúpida e ingenua al aceptar, si siquiera dudarlo un solo segundo, la nueva propuesta de Logan. Dejó que la atracción y el deseo hablaran por ella, haciendo caso omiso a su lado coherente que le pedía a gritos que no cometiera el peor error de su vida. Y lo había hecho, había dicho que sí…
Exhalando un suspiro, se apoyó contra la puerta cerrada de la habitación. Después de la conversación, Logan la dejó sola para que terminara de arreglarse y bajara a cenar. Puede que la salida se hubiera suspendido, pero eso no significaba que no cenaría. Así que por más que no tuviera apetito, tendría que bajar e interpretar su rol de mujer enamorada.
Lo cierto era que Lucía no quería pensar en ese punto extra que ahora estaba implícitamente en el trato, pero le estaba costando horrores no hacerlo. Su mente era una b