Molestia.
La ostentosidad, la extravagancia y todo a su alrededor parecían querer asfixiarla en cualquier momento. No estaba cómoda, ¿cómo podría si por donde miraba era demasiado brillante? Sin embargo, Lucía podía dejar pasar que se encontraba en un restaurante de renombre y bastante concurrido, pero lo que no podía era quitarse el malestar que el CEO Parisi le había provocado y que cada vez aumentaba un poco más. Los comentarios malintencionados, la falta de empatía, la frialdad… Todo en ese hombre la hacía sentir incómoda y nerviosa.
Y ahí estaba, batallando consigo misma por todo lo que hasta el momento había ocurrido. Lo fatídico era que ahora también sería cómplice en una mentira, en una farsa. Sumando que el CEO le había dicho cosas terriblemente crueles hacia su persona, enfatizando su aspecto y su manera de vestir. Lucía se sintió… humillada y eso no lo iba a perdonar tan fácilmente, pero se tuvo que tragar cada palabra de reclamo porque el hombre la tenía en sus manos.
—¿Qué sucede?