CAPÍTULO 13. Lo que estaba comprando

Vamos a decirlo de manera simple, Angélica era perfectamente consciente de que no tenía derecho a sentir absolutamente nada porque Leo tuviera una pareja, pero eso no significaba que no se sorprendiera y él pudo ver en sus ojos y en toda su expresión aquel sentimiento de contrariedad.

—Cariño, ¿pero no vas a darme ni un beso? —preguntó Belina toda melosa, inclinándose sobre él y restregándole medio pecho contra un costado de la cara en su intención de darle un incómodo beso.

Y por desgracia Leo estaba tan aturdido que no atinó a detenerla.

Angélica miró hacia otro lado mientras Belina lo besaba en la boca y cuando por fin logró deshacerse de ella, ya la mujer frente a él estaba levantándose con un gesto de muda diplomacia.

—Con su permiso, será mejor que los deje solos —dijo Angélica con una sonrisa forzada, pero enseguida aquella chica que se pasaba de sofisticada la detuvo.

—¡Espera, espera! No te vayas, este… ¿tú quién eres o qué? —le preguntó levantando una ceja y aquello no era
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