Mentiría si negara que a partir de la aparición de aquel sobre amarillo y su contenido mis ilusiones flotaban en nubes de algodón dulce, ¡podía comérmelas!
Guardé muy bien el último recibo y dejé la lámpara del lado de Gary encendida cuando me fui a dormir, también dejé su comida caliente sobre el mesón de la cocina, casi a las once me fui a dormir y para mi sorpresa concilié el sueño.
Los primeros rayos del sol entraron por la ventana de la habitación y lejos escuché un ruido en la cocina, me sobresalté, hasta babeaba la almohada, estaba profunda.
Froté mis ojos, ¡Gary! A mi lado, la cama intacta, mi cuerpo tranquilo.
Cuando llegué a la cocina él estaba sentado en el banco , sus codos en la repisa comiendo la ensalada de acelga y el pollo en salsa que le dejara en la noche.
-Ya debe estar pas