Y así...

Gary me arrastró durante tres calles, yo era casi de su tamaño y aunque delgada no era nada menuda, tenía energía y fuerza, sin embargo, por más que lo intentara no podía zafarme.

-¡Gary detente! –Le grité en mitad de un cruce, me dolía la mano, lo agité y agité hasta que me zafé. -¿Qué te ocurre?

-¿Qué me ocurre a mí?-Gritó golpeándose el pecho, ahí estaba el nuevo Gary, la gente mucha gente nos miraba, me hice a la acera girando seguidamente mi muñeca y evitando golpearlo.

-Si ¿qué te pasa?¿por qué me traes a rastras?

-Te sudaban las manos ¿no? Y estabas pálida ¿no?

Se puso los brazos en jarras.

-N-no lo sé, no lo sé, lo que si se es que eres un patán, un bruto.

Comencé a alejarme rumbo a la casa, él

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