El Infierno para los Malos Padres
No tenía derecho a usarme para corregir sus errores. No, no tenía derecho a usarme para quitarse el sentimiento de culpa y poder descansar en paz.
Su rostro permaneció sereno, a pesar del destello de dolor que había debajo. Sin embargo, no me importaba su dolor, todo lo que veía era a un viejo egoísta.
—Sophie...
—No —lo interrumpí bruscamente—. No tienes derecho a pedirme esto. No puedes fingir ser el padre que necesité solo porque ahora te estás muriendo, es demasiado tarde.
Sus dedos se curvaron contra el reposabrazos de su silla de ruedas. —Sé que te fallé...
—¿Fallarme? —una risa amarga se escapó de mis labios—. Eso es quedarse corto.
Exhalé con fuerza, luchando por mantener mis emociones bajo control. —La viste maltratarme, de hecho, permitiste que sucediera. ¿Y ahora qué? ¿Se supone que debo fingir que nada de eso pasó solo porque de repente quieres ser mi padre?
Su garganta se movió, su mirada era firme pero llena de algo que no pude identifi